viernes, 2 de agosto de 2013

Laura y su "inversión" en la Virgen de los Ángeles

¿Qué es ser hombre, ser mujer, qué ser y que no ser? ¿Vivimos en una dicotomía? ¿Son naturales nuestros comportamientos, o son construidos?

Las anteriores preguntas surgen del debate e introspección que fomentan los senderos del tema de género; los cuales trascienden los márgenes de los textos cuando los y las lectoras se dan cuenta que son protagonistas de la trama de una historia de dolor, flagelo y falta de liberación; trama que al fin y al cabo, puede ser modificada por ellos y ellas mismas. Historia limitada por márgenes patriarcales que nos dicen que ser y que no ser.

A pesar de ello, la idea de cambio  es una premisa que muchas instituciones y entes  rehuyen; esperanzados en mantener posiciones de poder respecto a la sociedad,  generan  pactos y alianzas que usan a conveniencia para manipular mensajes cuya finalidad se distorsiona para favorecer a unos cuantos pocos que han sacado provecho de su manipulación.

Los grupos temerosos de nuevas ideas forman parte de en un contexto en el cual influyen varios factores, personajes, y hasta creencias religiosas; que han configurado los diversos roles de género, y percepciones que las personas ostentan de éstos. En consecuencia, la dinámica que se presenta entre estos es digna de analizar, más aún si se devela la forma en que el uso de un discurso destinado a un gran sector culmina en su propio de instrumento de manipulación y dominación.

El caso costarricense es bastante peculiar, la religión católica es dominante en el país, y en años cercanos ha sido orientada a ser un discurso que valida a un sector político, generando repercusiones en el ámbito económico y social. Particularmente resalta el caso de la presidente Laura Chinchilla a quien la misma Iglesia Católica denominó en el año 2010 como la "Hija predilecta de la Virgen" de los Ángeles, patrona nacional.

Al inicio, dicha denominación significó una forma de validación de la Iglesia Católica a una mandataria que auguraba generar grandes cambios en el país; la primera mujer presidente, la cual estaba rodeada de grandes expectativas; al ser electa, varias personas esperaron que rompiera con formas de gobernar de sus predecesores; incluso, hubo quien pensó que al ser mujer su accionar sería distinto. Las posiciones variaron dependiendo de las personas que emitieron su voto, algunas justificaron el mismo bajo la premisa de que al ser mujer el rumbo del país sería otro; otras lo vieron como una gran conquista para las mujeres.

Dentro de las acciones esperadas con anhelo  se encontraban posturas que  validaran más a las mujeres, y una tímida luz de esperanza se generó en torno a los proyectos como la fecundación in vitro, reconocimiento a las uniones de las personas sexualmente diversas, entre otras.

Sin embargo, la posición de la mandataria, fue muy distinta, decantando en la reproducción de valores conservadores que mantienen el orden social y económico; la hija predilecta, no condujo ningún cambio, incluso, en lugar de representar a una hija de María comprensiva, se convirtió en oídos sordos ante el malestar y reclamo de la población.

Las ansiadas esperanzas se fueron esfumando con cada avance del reloj, con cada acción desperdiciada. Es entonces, que resulta interesante detenerse un momento en contemplar la forma en que la validación "mariana"  fue utilizada para generar apoyo a un proyecto político que se ha erigido como ofrenda a sectores económicamente favorecidos,  en lugar de acciones liberadoras en los ámbitos materiales e ideales para las clases golpeadas por el capitalismo.

Recurrir a la fe religiosa del pueblo costarricense para usarla en propio beneficioha sido una estrategia nada novedosa; las alianzas entre gobiernos del orbe con la Iglesia Católica tampoco, no olvidaremos las palabras de Videla al aceptar que dicha institución prestó sus servicios a las acciones macabras realizadas por este personaje en Argentina.

Las estrategias que contienen estos factores han generado una preservación del orden económico e ideas conservadoras acerca los roles sexuales de la población, una doble cadena que somete a las personas sexualmente diversas, e incluso, a quienes han cuestionado su heterosexualidad aventurándose a nuevas definiciones de masculinidad y feminidad alternativas.

 Dentro de esta dinámica llama poderosamente la atención como dicho accionar permitió la ya mencionada validación y la forma en que  Laura  no rompe con patrones de conducta o de género que se esperaron alguna vez de ella, culminó representando a los sectores conservadores del país.

La razón de ser de lo anterior corresponde a los intereses de clase que ella persigue, o bien dicho, los intereses económicos del grupo al cual representa; en su libro "La Teología Indecente: Perversiones teológicas en sexo, género y política" Marcella Althaus-Reid, describe como en una sociedad, en la cual conviven varios discursos simultáneos de  feminidad y masculinidad que compiten por la hegemonía, la mujer puede obtener grandes dividendos al apoyar a un sector que le presente los mayores beneficios, lo cual implica un inversión por parte de ella.

Sin embargo esos beneficios dependen en buena medida de la condición social de la persona, por ejemplo, a las mujeres empobrecidas en Latinoamerica, optar por un culto a María puede implicar beneficios en aras de obtener una satisfacción emocional ante las carencias materiales;  lo cual va de la mano con las nociones de ser buena madre, ideas que han sido construidas alrededor de la dicótoma virgen/puta. Según la autora:

Invirtiendo en la Virgen, la mujer pobre evita ser clasificada como puta, significando con ello la que consta públicamente como aliada con un poder desviacionista o subversivo. Y esto ocurre en un continente donde la subversión sexual suele ir asociada con terrorismo político. (Althaus-Reid 2000, pág. 78).

En ese sentido los rituales marianos se convierten en una forma de satisfacer o desviar la atención de las carencias materiales de las mujeres; situación similar en el caso del uso discursivo que ejecuta la presente administración: a una población cuya reproducción material de vida se ha hecho más tortuosa por las acciones gubernamentales, se desvía la atención cada Romería a aspectos relacionados con la fe, de modo que puedan olvidarse de sus limitaciones económicas.

De este modo, la fe no se convierte en un agente catalizador de liberación, por el contrario es usado por sectores hegemónicos como un placebo, el posible contenido liberador es obviado para promover la manutención comodidad de aquellos que se benefician de esta práctica. Ésta práctica encadena cada vez más a quienes viven sus efectos en carne propia; sin embargo, los mismos no se limitan a lo anterior,también influye en las concepciones de lo que es ser mujer, hombre y otras alternativas.

Su relación con el  tema de género también resulta interesante; según la autora, en el culto a la Virgen María, se  caracteriza por  la forma de sus representaciones, en las cuales se muestra un cuerpo fragmentado de la mujer cuyo aspecto más sobresaliente suelen ser la cara, sus manos y ojos, es decir una figura asexuada. Dichas formas de concebir a una mujer ideal y no material por medio de la religión generan consecuencias tanto para los hombres como a las mujeres.

Los ojos de las mujeres latinoamericanas aparecen siempre sumisos frente al hombre, cuya mirada nunca sostienen a menos que la mujer en cuestión sea fácil e indecente (sexualmente desviada). Ahí reside el Meollo de la metáfora con ojos de mujer en Latinoamérica: marca los límites y regula las transgresiones sexuales femeninas. (Althaus-Reid 2000, pág. 60).

De este modo, la forma de ser mujer queda enmarcada en una representación que no refleja la experiencia humana de la sexualidad, lo cual ha interferido en conceptualizaciones políticas y sexuales de ésta y en las identidades genéricas. En efecto, la construcción de la sexualidad y roles genéricos  quedan subordinados a la naturalización de quienes aprovechan del uso del discurso a su favor.

Hemos de discernir la construcción de la sexualidad y los roles genéricos en Latinoamérica como subordinados políticos que han sido naturalizados por procesos de colonización en el orden sexual de Dios, de la Virgen en el continente. No es lo que dice el dogma lo que afecta a la gente, sino la cruda relación con la teo-ideología de la Virgen María, que ha conformado nuestro sentido común y limitado nuestros círculos hermenéuticos. (Althaus-Reid 2000, pág. 63).

Las construcciones de feminidad y masculinidad quedan  relegadas al uso del discurso, su apropiación y divulgación de quienes buscan beneficiarse del mismo; de este modo, temas esperados como al fecundación in vitro, al momento de debatirlo se encuentran con trabas de diversos grupos que señalan aquellos comportamientos como una afrenta al orden natural de las cosas, y por su puesto a sus creencias.

El caso de la presidenta  hay una distinción muy importante que realizar;  a diferencia de las mujeres que buscan consuelo en el culto mariano debido a sus limitantes materiales, ella no se presenta como mujer empobrecida, por el contrario, representa a uno de los sectores económicamente mejor acomodados de Costa Rica.

Su inversión es distinta, el uso de la figura de la Virgen conlleva como dividendos distanciarse de la noción de una mujer rebelde o loca que acapara el poder ante los ojos de la población, lo que con lleva como efecto la reproducción de los roles genéricos, y la simpatía de un sector importante que no cuestiona en un inicio sus políticas estatales, junto con ello, la generación de acciones que beneficien a un grupo específico de la sociedad.

Esta situación es muy distante a la vivida por las Madres de la Plaza de Mayo, a quienes se les llamó locas (prostitutas) al denunciar las desapariciones de sus hijos e hijas; como respuesta a su lucha por los derechos humanos los obispos les recomendaron acudir y rezar a la Virgen María, con la esperanza de que el culto mariano las domesticara y las convirtiera en madres decentes.

En Costa Rica la dinámica es al revés, la presidente hace uso del culto mariano para desviar la atención de las carencias materiales de la población, levantar un poco su imagen, y de paso, reproducir roles de género a los cuales se recubren por la armadura de la "naturalización del mundo".

 De este modo, la implementación de esta alianza Chinchillista-Virgén de los Ángeles demuestra una vez más como la fe de las personas, sus símbolos y rituales son utilizadas, abstraídas de significado, y orientadas a la reproducción de un sistema económico culmina beneficiando a unos pocos, impidiendo así cambios reales en al definición y alternativas de comportamiento de los hombres y mujeres.

En este sentido, es importante aclarar que el contexto en el cual se sitúa la presidente puede que haya forjado un habitus alrededor de su figura, el cual ha impedido que rompa con facilidad las las representaciones genéricas; sin embargo, la oportunidad histórica para hacerlo ha pasado, y el oportunismo político en busca de levantar su imagen y evitar referirse a la situación actual del país es evidente, lamentablemente estos agostos han teñido con aires de burla y epitafio.

La preservación y estas alianzas se seguirán gestando, influyendo en la percepción de las personas para que consideren el mundo como algo natural -situación muy lejana al planteamiento de los contractualistas- decantando en la preservación de un orden económico y sexual que sigue generando cicatrices, odios y exclusión en Costa Rica.

El fatal resultado es una falsa conciencia de un cambio amparado en gobernantes que utilizan la fe a su beneficio, sutil anestesia ante el flagelo de sus acciones. La dinámica aquí denunciada de muestra como la fe puede convertirse en un instrumento de dominación para  perpetuar la condición cómoda económica y genérica de los sectores dominantes.

El culto a la Virgen presenta aquí otro rostro, el de la inversión afectiva teo-política. Pero no es una novedad. Esta clase de inversión religiosa en la Virgen de la Decencia puede datar de la conquista y no pasa de un simple caso de reproducción de una falsa conciencia. (Althaus-Reid 2000, pág. 80).

Cuanta razón tiene Francisco en la necesidad de generar una teología de la mujer, o mejor dicho, con ojos y cuerpo de mujer, que refleje las condiciones materiales que muestran las sociedades hoy por hoy. Las letras pueden ser usadas como instrumentos de cambio o látigo de dominación, más allá de quien las use, es preciso analizar su finalidad y evitar futuros engaños de quienes las usan para designar Hijas Predilectas llamadas a hacer transformaciones,  y menoprecian  a quienes viven en su día a día, las consecuencias del engaño.


Bibliografía

Althaus-Reid, Marcella. (2000).La Teología Indecente: Perversiones teológicas en sexo, género y política. Barcelona. Editorial Routkedge, Taylor y Francis Group.