lunes, 11 de mayo de 2015

Amar en estos tiempos es un acto revolucionario.
Edwin Chacón.
“La auténtica revolución tiene su base en el amor.”
Ernesto Guevara

Las paredes hablan, tienen su mensaje oculto, sus letras subversivas señalan puntos de vista a quienes pasan a su lado, la mayoría de veces indiferentes, pero este no es el caso. Una agrietada pintura se convierte en el reposo de un reclamo, atrapa una mirada e invita a la reflexión: “Amar en estos tiempos es un acto revolucionario”. Varias vivencias han de haber ocurrido para escribir estas líneas, eso no importa, el sentir y las cadenas rotas producto de ello sí.

El mensaje de la pared da mucho que pensar, a nivel personal dos escenarios emergen. El primero en donde no se dan las condiciones aptas para amar y un segundo en donde se generan prácticas que niegan cualquier tipo de amor, ambos son dos puntas de un mismo lazo, es decir,  el contexto y la acción diaria. Es un dilema casi elemental en cualquier etapa de la vida, talvez incluso superado para algunos, para otros son retos que nunca acaban,  debates que se presentan en distintos años, en condiciones muy diferentes, y lo que es más importante, con grupos de individuos que marcan tu vida.

Es en este ir y venir temporal en el cual se nota la influencia del momento en que creces. Ideas vagas, valores y falsas promesas que edifican al ser como inconexo con quienes le rodean, así como una batalla campal en donde se dice que prevalecerá el o la  más fuerte de fondo, se venden como verdades absolutas e innegables que dan poco espacio para la duda. Claro, porque dudar y  dar otro enfoque a la historia también es un determinante con el cual se lucha a diario. Es así que contemplar a los demás imposibilita una definición clara de un conjunto, casi que de un nosotros, si la palabra se me es permitida.

Completa lo anterior, prácticas diarias en la cuales lo primordial es la persona en sí, poco importa las relaciones que entablas, ni los efectos, cicatrices y desdenes que esto genere, parece ser el mensaje, todo es válido mientras el bienestar y satisfacción personal sean satisfechas. Tal como dije anteriormente, ambas puntas del lazo se conjugan para formar un nudo en el cual las condiciones que lo rodean siguen estáticas, pilares fundamentales para que nadie cambie, y, en el fondo perseguir y justificar relaciones desiguales de dominación. Es acá dónde uno se pregunta “¿Qué clase de amor es este que sirve de base para la desigualdad?”.

La respuesta se presenta como una práctica y fuente estática que se niega a ver otros artificios, denigrándoles, haciéndoles ver como lo ajeno, los pecados de los tiempos modernos, dicen algunos, la perversidad en sus más distintas formas; es acá donde se recuerda que ninguna promesa de cambio viene acompañada de tareas sencillas que no ameriten un sacrificio  personal, y en el mejor escenario, uno colectivo. Acá, la apuesta es otra.

Si, una apuesta, un todo o nada para quien escribe éstas palabras. Lejos de definiciones teóricas y rebuscadas, estas palabras son escritas desde el sentir, un sentir que no soporta la utilización de cuerpos y esperanzas para fines individuales, un sentir que clama por un cambio, sí, un ridículo espectro de amor que busca la liberación, porque no se puede decir que se ama si se tiene como condición el sometimiento de personas a voluntades que no son las propias.

Creo, que ese es el amor revolucionario. Haciendo una arriesgada analogía con las enseñanzas de un querido profesor, al igual que el machismo de derecha y el de izquierda no son iguales,  ya que el primero es consecuente con la explotación de hombres y mujeres para satisfacer fines perversos, el segundo se diferencia de éste por estar sustentado en promesas de bienestar mientras que al mismo tiempo  arrodilla, agrede, somete y hasta mata a quienes dice proteger, convirtiendo así a sus ejecutores en los  peores traidores existentes, así de radical es la línea que separa un amor tradicional-estático al revolucionario.

Un sentimiento de inmenso deseo por la transformación de las estructuras que violentan a las personas, acompañadas de prácticas individuales de respeto, ajenas a cualquier idea de posesión, paternalismo o maternalismo –según sea el caso- han de ser coherentes en cada paso, en cada marcha, en cada verso, en cada beso, en cada abrazo , en cada encuentro montando un ritmo que resuene en lo más profundo del temor al cambio. En ello, no dudo que habrá contradicciones, y sé que las hay, de quienes en nombre de este cambio sostienen sogas, flagelo y dolor, pero esto no es nada nuevo, ni se erradicará en un latido, pero si costará de muchos para no caer en la desesperación.

Acá no se trata de señalar, ni de culpar, sino de expresar una idea aferrada y oculta en esta dicotomía razón-sentir. De momentos oscuros de derrota a escaladas súbitas de esperanza que valida hoy, cada vez más las palabras de Don Ernesto: “La auténtica revolución tiene su base en el amor.” Es con esa idea, que muchos pasos serán marcados, una moneda será lanzada al aire, algunos “te quiero” serán susurrados en un trecho nuevo, porque al fin y al cabo no son los caminos los que determinan nuestro destino sino que éste es forjado con nuestro andar.

Marcha de las Putas, San José, Costa Rica 2011.



domingo, 29 de marzo de 2015

Vivienda de Interés Social o Vivienda Popular: alternativas de liberación


Vivienda de Interés Social o Vivienda Popular: alternativas de liberación

Edwin Chacón Muñoz[1]
Resumen: El presente documento se enmarca  en el Segundo Congreso Ideológico José Merino del Río; amparados en este escenario se pretende debatir acerca las soluciones de vivienda para los sectores de menores ingresos mediante la actual reflexión. En este sentido, se busca exponer la manera en que las políticas de vivienda de interés social surgidas a inicios de la década de los noventa contribuyeron al desmantelamiento de grupos populares organizados en décadas anteriores, los cuales bajo la consigna de una vivienda digna generaron un tejido social que presionó a las autoridades de su momento  a abordar el tema. Sin embargo, como se detallará en las siguientes páginas, el clientelismo político del Partido Liberación Nacional utilizó esa organización para beneficios clientelistas. Teniendo en cuenta lo anterior, el Partido Frente Amplio ha de debatir acerca el modelo de vivienda impulsado por la política nacional y la manera en que, dado el caso de un eventual gobierno, se relacionará con grupos organizados.

Las soluciones habitacionales para los sectores de menores ingresos han sido una preocupación constante para las clases políticas tradicionales. La primera acción estatal en esta materia data de 1904 cuando se aprueba el reglamento que regulaba los entonces conocidos Chinchorros.[2] A partir de ese momento la atención estatal se ha transformado en función de la complejidad del sistema, las demandas planteadas por grupos organizados, y, por supuesto, criterios políticos que suelen dificultar el trabajo al dejar de lado las recomendaciones técnicas al respecto, o lo que suele ser peor aún, la utilización de grupos organizados en miras de obtener un caudal político en miras a ganar  elecciones.
Históricamente la izquierda costarricense no ha obviado el tema. Desde los años cuarenta, cuando se presenta las dificultades económicas para girar dinero a la Junta Nacional de la Habitación, el Partido Vanguardia Popular junto a la Iglesia Católica levantan la voz ante las condiciones que agobiaban al pueblo costarricense, que junto a los llamados  y presión pública expusieron lo limitado de las acciones gubernamentales de ese entonces.

[…] parte del discurso político de los gobernantes, en una continuidad de los ofrecimientos de campaña de algunos candidatos […] La realidad demuestra que la acción de gobierno fue muy limitada ante la dimensión del problema, por lo que gran parte del discurso gubernamental y político se convirtió en demagogia o no pasó de las buenas intenciones. (Elizondo Calderón, 2009, pág. 154).
Pese al utilitarismo partidario en el cual fue usado el tema de la vivienda, el departamento de la Habitación logró ejecutar proyectos de mayor amplitud y planificados dirigidos a la población meta. El trabajo realizado en ese entonces fue crucial para que en 1949 fuera incluido en la nueva Constitución Política el acceso de la vivienda como un derecho y por ende, la responsabilidad del estado en la construcción y promoción de las soluciones habitacionales.

Es así desde ese entonces que  en Costa Rica se habló de fomentar las viviendas populares, acción que se consideró revolucionaria ante la alarma de los sectores conservadores, tal como lo menciona el Reverendo Presbítero Benjamín Núñez, entonces Ministro de Trabajo y Previsión Social.

Sobre ese problema es ir creando una filosofía de avanzada social, que bien puede considerarse de revolucionaria ante los conceptos de carácter comercial prevalente con que hasta ahora se ha enfocado el problema de la vivienda. Sobre si bien a primera vista pudiera alarmar a círculos conservadores, ya ha venido siendo adoptado implícitamente por casi todos los gobiernos del mundo en sus disposiciones sobre la vivienda popular. Ese principio sería: la vivienda popular no debe considerarse como un negocio particular. La provisión, en consecuencia, de la vivienda popular ha de considerarse como de interés público, y, en tal capacidad, ser sustraída de las leyes frías de la libre empresa para ser atendida, regulada y hasta realizada por el Estado. Este principio es una derivación a un campo específico de la función social del Estado reconocido como postulado político de las naciones americanas. (Caja Costarricense del Seguro Social. Departamento de la Habitación, 1949, pág. i)
El anterior espíritu se encarnó en el accionar institucional costarricense con la creación del INVU en 1954 y posteriormente con la creación del Ministerio de Vivienda en 1979. En este contexto adquiere principal relevancia la presencia de movimientos sociales en la década de los setenta, y es precisamente en ésta década donde se  presenta la primera definición documental del concepto de Vivienda Popular en Costa Rica, éste es planteado en un seminario organizado por el Colegio de Arquitectos y en el cual los aspirantes a la presidencia para las elecciones de 1978 plantean sus propuestas para hacer frente al problema de vivienda en nuestro país. En ese escenario Rodrigo Gutiérrez, candidato por el Partido Pueblo Unido quien la define de esta manera:

[…] para nosotros la vivienda popular, es la casa donde el ser humano, la familia, adquiere su máximo desarrollo espiritual, sicológico, biológico y que concebimos entonces el concepto de vivienda popular íntimamente ligado a la solución del problema educativo, la solución del problema de trabajo, a la solución del problema del descanso y la recreación, a la solución del problema del desarrollo espiritual del hombre. (Colegio de Arquitectos, 1977, pág. 9).

Llama la atención que la anterior definición rescata la vivienda como una solución que hace frente a múltiples problemas, no se limita al hacinamiento y a las condiciones insalubres, por el contrario, en sí misma la rescata, brevemente, como un elemento de posible liberación ante las soluciones brindadas en la época por los sectores dominantes.

Lo anterior recobra un carácter importante en el discurso del señor Gutiérrez, ya que él posiciona esa visión de la vivienda en contraposición a las alternativas brindadas por los sectores dominantes/hegemónicos de la época: casas de bajo costo que albergue a una gran cantidad de personas. Esta noción de la Vivienda Popular tiene similitudes con las formulaciones realizadas en Latinoamérica en el mismo periodo, las cuales ligan estas soluciones a la migración campo-cuidad y a los sectores empobrecidos.

A pesar de dicha propuesta. En la década de los setenta se presenta una crisis económica donde Rodrigo Carazo intentó incentivar la construcción como medida para afrontar el debacle económico, proponiendo el Fondo Nacional para la Vivienda Popular.

“… una de las formas más viable de hacer menos vulnerable nuestra economía a la situación que se avecina (depresión económica), consiste en la intensificación por parte del gobierno de la construcción de obras públicas. Aquí la construcción intensiva de vivienda para los próximos años puede ser uno de los paliativos más eficaces para asegurar los empleos existentes y crear nuevas oportunidades a la población que año con año aumenta las filas de los económicamente activos. (Memoria del INVU citada por Richards, Tosatti & Valle, 1976, pág. 24).
No obstante, la encargada de edificar las viviendas sería la empresa privada no el Estado, al cual únicamente le correspondería brindar un flujo de capital para hacer más rentable la inversión privada. Sin embargo la propuesta no se limita a la vivienda popular.

La intención de este fondo es clara, activar el mercado con fondos públicos, para ello limitarse a la vivienda popular sería contraproducente, la iniciativa va más allá, ya que toma en cuenta viviendas para otros sectores de la sociedad, las llamadas media y alta. La anterior posición lejos de representar a los grupos excluidos, sintetiza los intereses de un sector dominante que pretende sacar provecho a partir de una necesidad concreta de las personas, en consecuencia, la intervención estatal está justificada en tanto no implique pérdidas para las empresas privadas que lleven a cabo esa labor. La magnitud del proyecto generó controversia en su momento evidenciadas en la siguiente cita.

Resulta interesante apuntar cómo, en el curso de la polémica, los sectores que se oponen al proyecto proponen adjudicarle al Estado exclusivamente el papel de adecaudor de la infraestructura […] Por otro lado, detrás de una pretendida intención de resolver el problema social del país se esconde la necesidad que tiene la clase capitalista de aumentar constantemente el volumen de sus inversiones. (Lungo, Richards, Tosatti, & Valle, 1976, pág. 26)

En todo caso, la propuesta no encarna la noción de popular que se describió líneas atrás, tan solo conserva el nombre en aras de generar ganancias que deriven del uso de una necesidad puntual; no es una iniciativa liberadora, no es formulada por quienes viven la carencia de vivienda en su día a día, en síntesis, es una iniciativa oportunista gestada por un grupo hegemónico que desea aumentar su capital. ¿Qué pasó con la otra cara de la moneda? Se organizaron y así surgieron los comités de vivienda.

En la misma década de los setenta, y ante la ineficacia del programa lotes y servicios, diversos grupos de la sociedad civil empezaron a organizarse en pequeñas organizaciones llamadas Comités de Vivienda, los cuales tenían como finalidad conseguir partidas específicas a diputados para adquirir un terreno. Su historia y desenvolvimiento en los años siguientes tuvo varios altos y bajos, que culminaron con su extinción, en las siguientes líneas se buscará puntualizar en los aspectos más relevantes.

Uno de los momentos a destacar es la consolidación nacional de este tipo de organizaciones se presenta el año de 1981 surge COPAN como una entidad que organizó las luchas de diversos comités de base, principalmente en el área central del país. Este nivel de organización llamó la atención de dirigentes del Partido Liberación Nacional, partido que imitó esta fórmula creando sus propios comités.

Al ver el éxito organizativo logrado, el Partido Liberación Nacional, entonces en la oposición, montó su propia estructura de comités de vivienda durante la campaña electoral de 1982, llamada el Frente Democrático de la Vivienda. Al ganar las elecciones de 1982, hubo un intento de convertir la solución de la vivienda nuevamente en parte del “botín político”, como había sido tradicional. (Morgan Ball, 2001, pág. 8).
La clara intención de hacer de las soluciones de vivienda un botín político fracasó, el Estado no contaba con una estructura debidamente organizada para llevarlo a cabo, y, el único programa existente (lotes y servicios) continuaba sin financiamiento. Durante este lapso el comité de vivienda liberacionista se limitó a organizar la invasión de propiedades estatales, tarea marcada por un claro oportunismo, ya que se hizo con el respaldo del partido que les respaldaba y al mismo tiempo gobernaba. Pese al claro interés de favorecer al partido más que a las personas que carecían de vivienda, la iniciativa liberacionista no pudo desplazar a COPAN, constituyéndose ambos como actores a considerar en las elecciones presidenciales de 1986.

En las siguientes elecciones un candidato atrajó la atención de COPAN y del comité liberacionista con su promesa de 80 000 viviendas: Óscar Arias Sánchez. El anterior ofrecimiento produjo, entre otras variables, que dicho personaje ganará las elecciones, no obstante, el lapso temporal que distanció la elección y la posterior toma de posesión se gestó un hecho que marcó la política de vivienda de su gobierno.

Entre la elección de Arias y su toma de posesión, hubo un acontecimiento de mucha trascendencia en las acciones inmediatas en el campo de la política de vivienda del nuevo gobierno- la masiva invasión de los terrenos de Los Guidos (propiedad del Estado) por los dos frentes de vivienda vinculados con el Partido Liberación Nacional –el Frente Democrático de Vivienda y el Frente Costarricense de Vivienda […] la invasión se prolongó durante más de 8 meses, llegando a ocuparse toda la finca, con más de 3. 000 familias. (Morgan Ball, 2001, pág. 9).

La invasión del terreno de Los Guido tuvo una particularidad, con la edificación de nuevas viviendas informales se evidenció la carencia de infraestructura y servicios urbanos que facilitasen el diario vivir de las personas a lo interno de la localidad. Esta condición facilitó que el gobierno de Arias declarara el problema de la vivienda como emergencia nacional fomentando el trabajo del estado con diversas organizaciones que agruparan a personas con carencia de una vivienda55, iniciativas donde se destacó las alternativas de autoconstrucción. El nuevo accionar estatal no se limitó a esta modalidad de construcción ya que se amplió a la creación de nuevas instituciones que conformaron lo que hoy se conoce como el Sistema Nacional de Vivienda (SFV).

Con la instauración del SFV se generan las condiciones para que el Estado cumpla los roles de supervisar y financiar mientras que la empresa privada edifica las soluciones habitacionales, elementos favorables a un sector hegemónico que desde más de una década atrás propusieron un sistema similar usando como telón de fondo la vivienda popular. En ambos casos, y como se puntualizó líneas atrás, las alternativas no contemplan el carácter liberador ni respetan la autodeterminación de los sectores que carecen de vivienda, no, la nueva ventanilla finalmente posibilita el lucro de empresarios a partir de una carencia material, la cual es solventada aparentemente por el Estado, cuando en el fondo lo que promueve es la visión de la vivienda como una mercancía y no como un derecho.

De este modo, emergen materialmente un conjunto de factores que favorecen la imposición de una forma de solucionar un problema de parte de grupos que no lo viven y cuyo único interés es lucrar con la solución. Es evidente que los sectores que precisan de la vivienda no poseen la capacidad de pago y ahorro, con la nueva institucionalidad esta limitante es superada abriéndose el preámbulo para el negocio. La cereza en el pastel es el silencio e inexistencia de los grupos organizados, meta alcanzada en la administración de otro gobierno liberacionista liderado por José María Figueres Olsen.

La caída de los comités de vivienda inicia en el preámbulo de las elecciones de 1994 cuando se politiza el subsidio de vivienda por parte de partidos políticos, puntualmente, el Partido Liberación Nacional, ofreció documentos como respaldo de un posible bono, en consecuencia, cuando Figueres asumió la presidencia cerca de 300 000 familias contaban con escritos que les otorgaba el derecho a bono. La consecuencia final de esta irresponsable promesa de campaña fue la distorsión del sistema57 de otorgamiento del bono, lo cual sumado a proyectos en desarrollo destinados a familias de grupos organizados imposibilitaron en un primer momento cumplir la promesa de campaña. La solución al dilema se encontró en una fuerte campaña de deslegitimación por parte del Estado hacia los sectores organizados encabezada por el Ministerio de Vivienda, el Instituto Nacional de Vivienda y la Defensoría de los habitantes.

Esta campaña tuvo varias vertientes. Por un lado empezaron a aparecer artículos en periódicos nacionales con denuncias sobre estafas cometidos por algunos líderes comunales. Por otro lado, voceros del Ministerio de Vivienda ofrecían declaraciones en el mismo sentido. Así nació la campaña contra los “zopilotes de vivienda”. En ese contexto surgen agresiones de personajes institucionales contra asociaciones de vivienda de gran revuelo periodístico, Víctor Evelio Castro, entonces el Presidente Ejecutivo del INVU, convoca a la prensa y desaloja, el personalmente junto con una gran contingencia de policía, a la Asociación Coordinadora de Lucha por una Vivienda Digna… La Defensoría del Habitante también participó en esta campaña, al publicar un informe con graves denuncias contra COPAN, recomendando la intervención de varias instituciones, incluyendo la Contraloría de la República y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, además de incitar a Sistema Financiero Nacional para la Vivienda a declarar a esta organización como 2contratista inconveniente”. (Morgan Ball, 2001, pág. 33).

Las denuncias de los diarios acompañadas del respaldo de las autoridades institucionales tuvieron gran eco en la sociedad costarricense de ese entonces, no obstante, resulta interesante que pese a todo, no se realizaron denuncias concretas ante el Ministerio Público en contra de las organizaciones de vivienda. Aunque las demandas legales no se presentaron, toda la campaña sirvió de excusa para paralizar los proyectos que se estaban realizando e implementar un mecanismo para otorgar subsidios, acción protagonizada por los políticos en las Comisiones Cantonales de Vivienda58 que designo la prioridad de otorgamiento en cada cantón del país. Estas estrategias dirigidas y ejecutadas por el Partido Liberación nacional tuvo como consecuencia la desaparición de los grupos.

Ante la desaparición de los grupos organizados la utilización de la necesidad de vivienda ha continuado, el surgimiento de zopilotes de vivienda ha continuado, con una lógica distinta, en lugar de organizar a las comunidades para que éstas desarrollen sus proyectos se busca a grupos de personas que carecen de vivienda para pedirles dinero para que éstas persona haga supuestos trámites ante la institucionalidad costarricense. Esto no implica que las gestiones se hagan, incluso, puede que la extorsión llegue al punto en que obliguen y amanecen a una comunidad a tomar terrenos donde nos viable construir para luego desaparecer cuando las autoridades señalan los potenciales riesgos de edificar ahí, claro, ya el cobro de cuotas fue hecho y las promesas no llegaron a reflejarse en una vivienda.

Estos antecedentes configuran un sistema de vivienda orientado a Ante la desaparición de los grupos blindar a empresas privadas tal como lo demuestra el siguiente cuadro.

Tipo de política de vivienda
Principales características
Políticas tradicionales de vivienda de interés social
Estado participa como diseñador y urbanista.
Uso de fondos públicos.
Subsidios de vivienda a precios inferiores a los del mercado

Políticas de vivienda social orientadas al mercado
Estado como ente regulador, promotor y subsidiador.
Empresas privadas se encargan de la construcción y del giro del dinero.

Se divide en tres tipos:

1. Subsidio a la demanda de la vivienda: Los subsidios permiten a la familia ir al mercado a comprar su vivienda, la cual debe cumplir ciertas características; es una política focalizada.

2. Ahorro precio y otros aportes de los beneficiarios: La familia debe generar un aporte al financiamiento de sus viviendas, puede ser, ahorro previo, lote, materiales de construcción o su mano de obra.

3. Crédito para vivienda en condiciones de mercado: Al ser personas calificadas como riesgosas por los bancos, se genera el incentivo de un mercado dirigido a la vivienda de interés social.
Fuente: Elaboración propia a partir de Políticas de vivienda de interés social orientadas al mercado: experiencias recientes con subsidios a la demanda en Chile, Costa Rica y Colombia.
Pese a configurar el aparato estatal para satisfacer la demanda de las empresas privadas, o bien hacer fructífero el negocio para unas cuantas, los grupos organizados de vivienda aún existen, limitados ante un sistema financiero de vivienda rígido que limita su accionar en el marco de reglas que no les benefician, ni les consideran como parte activa de la formulación de proyectos reivindicativos . Pese a esta limitación personas en las comunidades se unen para buscar solución a su necesidad, muchos factores pueden motivar estas uniones: desconocimiento del sistema, promesas de políticos y zopilotes, cansancio de dichas promesas, entre otras, hacen que la noción de lo popular tenga alguna pequeña posibilidad hasta encararse con el sistema: aún hay intenciones claras de  mejorar las condiciones de vida, de liberarse de las limitaciones que ha gestado una historia de política pública que solo ha contemplado a esta población como una justificación de negocio. En tal escenario surge una interrogante: ¿qué posición tomar ante esta realidad que se puede presentar el Partido Frente Amplio al tratar con estos sectores, ya sea en los aspectos más técnicos de una organización o en puestos de toma de decisión?

Como partido el Frente Amplio aduce en sus estatutos ser una organización popular[3] en donde abre sus puertas a otros actores sociales. EL autor Helio Gallardo expone que al sector  popular lo caracteriza por sufrir las asimetrías de un sistema que atenta contra sus condiciones de vida[4], tal como se ha expuesto  hasta el momento, los sectores en busca de una vivienda digna en nuestro país sufren dichas asimetrías, no obstante como partido hemos de analizar coyunturalmente a cuales intereses responden esos grupos, esto debido a que pueden ser utilizados para proteger un negocio viciado, tal como ha mostrado sectores del Foro Nacional de vivienda.

Al año del 2014 existen diversos grupos organizados pro-vivienda que, tal como pasó con el Frente Democrático de la Vivienda en los ochenta, son manipulados para proteger los intereses de compañías constructoras, particularmente esto pasa con el denominado Foro Nacional de Vivienda creado en el lapso de transición del gobierno de Laura Chinchilla al de Luis Guillermo Solís. La finalidad de estas agrupaciones es velar por  de las compañías constructoras -o bien intereses políticos cuando éstos se apuntan- ante la transición a un gobierno de “supuesto cambio” que plantea la posibilidad de  una ruptura con la política tradicional de vivienda. Queda entonces, al profesional saber identificar cuándo la población está siendo manipulada en función de la defensa de la empresa privada por encima de la satisfacción de su necesidad.

La identificación de esta dinámica se posiciona como un primer paso relevante para no reproducir mediante la labor profesional más amarras a la direccionalidad de sus iniciativas. Otra tarea importante es el respeto y promoción de la autonomía que las nuevas agrupaciones contengan[5], de modo tal que propuestas innovadoras surjan en aras de modificar el sistema, tal como está siendo el ejemplo del Cooperativismo de Vivienda de Autogestión, Ayuda Mutua y Propiedad Colectiva desarrollada por COVIFUDAM en la Carpio.
En este sentido, se proponen para el partido x propuestas puntuales:

 1. Formar una Secretaría o Comisión en materia de Vivienda con un grupo de expertos a los cuales el partido como organización pueda recurrir, coordinar y consultar en materia de grupos organizados, vivienda de interés social y ordenamiento territorial, así como entidades o empresas que validan la vivienda como un derecho más que una mercancía. Al respecto es importante destacar y rescatar los aportes que a nivel de fracción parlamentaria ya han hecho en torno al tema.

2. Ligado con lo anterior, al momento de tratar con grupos organizados brindarles la guía en su proceso, lo cual no implica dictarles una línea o mandato de su deber ser como organización, sino recomendaciones a implementar en aras de mantener la autonomía de la agrupación.

3. A nivel de formulación de políticas públicas se recomienda  apoyar las iniciativas que surgen a partir de grupos de la sociedad civil que son innovadoras en un contexto rígido que limita el accionar estatal, tal como es el proceso del plan piloto de Cooperativismo de Vivienda de Autogestión, Ayuda Mutua y Propiedad Colectiva desarrollada por COVIFUDAM en la Carpio, el cual en su momento requerirá modificaciones a  nivel de ley para el funcionamiento del modelo.
 4. En caso de gobernar, establecer espacios de diálogo entre los distintos actores involucrados en donde se defienda la premisa de la vivienda como un derecho más que una mercancía.

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[1] Bachiller en Trabajo Social y actual estudiante de la Maestría Profesional en Vivienda y Equipamiento Social.
[2] Según Montoya y otras “El “Reglamento sobre chinchorros y casas de vecindad” se considera el primer antecedente sobre asunto de vivienda. Fue puesto en vigencia por Decreto Ejecutivo No. 1 del 4 de abril de 1904. Tenía como finalidad sentar algunas regulaciones en cuanto a construcción, mostrando preocupación por el aspecto sanitario.” (Montoya Montoya A. , Morales Carvajal, Vargas Marín, & Solano Solano, 1976, pág. 7).
[3] Particularmente en el artículo cuatro.
[4] Sectores populares son todos y cualquier grupo social que sufre asimetrías (dominaciones) sistémicas en nuestras sociedades. Son populares, en este sentido, las mujeres porque sufren la dominación patriarcal o machista. Esto ocurre objetivamente y por el momento no resulta importante si un sector de estas mujeres, o todas ellas, se acomodan a esta dominación. O sea, que no la experimenten como sometimiento. Otro sector popular son los pequeños campesinos. Desde luego, las minorías o mayorías indígenas, rurales o urbanas. El más clásico, los trabajadores asalariados (productivos y no productivos, los “clásicos son los primeros) también conforman un sector popular. Los ciudadanos, o grupos de ellos, bajo ciertas condiciones, pueden ser considerados un sector popular. Cuan se es objeto de dominaciones sistémicas, se es objetivamente un sector popular. Llamo a estos sectores, pueblo social. Es un concepto o categoría porque ya hemos visto que en la práctica se configura mediante grupos que sufren diversas asimetrías […] Todas ellas son sistémicas, o sea necesarias para la reproducción del sistema social, aunque se expresen situacionalmente. (Gallardo, 2014, pág. 2)
[5] A ustedes les toca contribuir a detener la desagregación de los sectores populares y potenciarlos para que su autonomía, autoestima y esperanzas crezcan dentro de ellos. (Gallardo, 2008, pág. 5).